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Mostrando las entradas de 2019
Estoy adicto a las charlas TED en el desayuno. Hoy vi una sobre uno de mis temas favoritos: la consciencia. Planteaba que la consciencia reside en el patrón que adoptan las moléculas en el espacio y que eso se traduce en información. La consciencia sería cómo se siente esa información siendo procesada de maneras complejas. No me gusta el materialismo, lo encuentro pobre. Ni siquiera planteaba la posibilidad de que cada molécula, por si sola, tuviera un atisbo de consciencia. Decía que somos «comida reorganizada», pero yo pienso que eso es sólo nuestra parte física, porque soy dualista (o incluso idealista) y creo en el espíritu, creo que de ahí surge la materia y no a la inversa. De otra forma lo inerte generaría la vida, y la naturaleza nos muestra que la vida se genera a sí misma (usando, quizás, lo inerte como vehículo). Si seguimos el camino del cascarón nunca vamos a llegar a la esencia misma.

Escribo

...lo bueno de escribir es que siempre aparece lo que me estaba inquietando, y hoy es la misma escritura, la misma escritura está frustrando mi escritura, como mi propia mente se frustra a si misma, como el propio Universo quiere asirse para auto-realizarse y conocerse, así, yo como peón de la complejísima arquitectura de la Vida, del dharma, del espacio-tiempo, del mundo, así yo quiero asirme en la escritura, y me frustro en ella porque no concibo contenerme completamente en las palabras que, aunque con su contenido creen pensamiento, adolecen en capturarlo por completo, adolecen pues el conocimiento más puro es inefable, inescrutable e inalcanzable por cualquier método que implique plasmarlo porque pierde su esencia más pura que se halla sólo en el presente y en el presente nada más. El pasado, constructo de la mente y asintótico con el presente, se fragmenta en cuanto transcurre, se fragmenta y se diluye en la espiral infinita de la existencia o no existencia, como una lágrima en u

Duelo de adultez

Recuerdo momentos de mi vida en los que abrigué mis carencias con excesos de necesidades cubiertas con poder, instrucción o soberbia para ocultar -de mi mismo- dolorosas verdades. En necia actitud obré de voluntad carente ignorando el fin último de la Vida que en la tierna infancia, infalible intuí cuando los subterfugios de la mente aun desconocía. ¡E ignorante y gozoso en placeres me perdí llenando mi saco de necedades! ¡Y un fuerte y poderoso cuerpo me construí para aplacar las quimeras existenciales! Hastío, vergonzosa flagelación quiero despersonalizarme, dejar de ser Yo y escribir un predicado infinito donde el sujeto se funda con el vacío. Mas de tu seno, maya, soy un vil prisionero en tu flagrante refulgir me hallo encandilado y aunque intuya a Dios en un buen agüero no sé bien si esta vida es mi propio imago.

Cauchemar

No recuerdo cómo ni por qué, pero me hallaba con Pilar -que representa todo lo que no me atrevo a decirme- frente a una distorsionada casa de mi abuela, que flotaba sobre unos pilotes y se veía tan cálida en ese atardecer color turmalina. La casa, aunque para mí era irreconocible desde afuera, tenía ese don de recordarme lo eterno, porque mientras existió siempre fue una constante en mi vida: todo lo demás cambiaría vertiginosamente, pero la casa parecía inmune al desgaste de los años porque había sido concebida fuera del tiempo que yo conocí. Había en ella dos palmeras centenarias, las únicas del pueblo, reconocibles desde lejos por su gran tamaño. Aprendí tantas cosas gracias a esas palmeras. En invierno le temía al viento porque arrancaba sus hojas que pesaban varios kilos y podían hacerme añicos (o al menos eso me decían); en verano me entretenía recogiendo los cocos. Había que hacer varias artimañas para poder comerlos: sacarlos de la vaina pegajosa, agitarlos cerca del oído para
Me gusta cuando mi mente está calma. Me recuerda a una noche en la que fuimos a caminar al lago Budi con Pedro y se veía el reflejo de la luna sobre el agua. Era una luna menguante cercana al horizonte, amarilla, casi rojiza, se veía tan grande en el cielo estrellado que me estremeció. Me hizo sentir minúsculo y la vez parte de algo enorme. Me hizo sentir eso que todos sabemos y recordamos vagamente, y que a la vez olvidamos día a día en este torbellino decadente AKA sociedad capitalista.
No soporto a SVS. Es un ser petulante, grosero, mal educado, mal intencionado, violentísimo, agresivo, iracundo, aprovechador, egoísta, narcisista, amargado y triste. No soporto tener que compartir con él de lunes a jueves, aunque sean sólo un par de horas. No soporto estar cerca de él, porque su sola presencia despedaza mi buen humor y absorbe mi energía y me contamina con su miasma pegajoso y pestilente del que no logro desprenderme hasta pasado un buen rato después de estar cerca suyo. ¡Es una pesadilla! Disfruto tanto los días que toma vacaciones o que sencillamente está callado en su escritorio y no tengo que compartir con él nada más que un saludo, cordial y distante (no tan distante como quisiera) porque aunque sea escucharlo de lejos, aunque sea verlo de lejos, me deprime y me genera una desagradable sensación de asco y rabia, una rabia que no es mía: que se irradia de las penosas frustraciones de su ego autoflagelado. Y lo que más me molesta de SVS no es que le grite a los

Soy Gibraltar

Soy Gibraltar y me dedico a la escritura. Nací al amparo del nueve (el número nueve) en un tierno bascular entre mis consonantes y mis sílabas, sílabas cuyo vals evoca el cálido palpitar del seno materno. Gi-bral-tar, Gi-bral-tar, Gi-bral-tar. Y es que a veces, cuando cierro los ojos y apago el olfato, cuando olvido que pensar puedo, lo único que escucho es la rítmica melodía del silencio más profundo que imaginar pudiera una mente, un silencio ancestral y esencial que en su infinita negrura abarca y arrastra ideas, fonemas, conceptos y astros, todo al son de su compás meditabundo. Gibraltar es lo primero que escucho cuando desarmo mis pensamientos; Gibraltar me susurra el demiurgo en sueños de útero, en su lenguaje trino, y me lo ha susurrado desde antes de que mis ancestros pisaran la tierra y de que capacidad de oír tuviera. Me lo ha susurrado desde antes de Gibraltar, desde antes del demiurgo mismo y de cualquier concepto en cualquier esfera.  — Gibraltar

Vicio vocal

Con una A de arrogancia comienzan sus abecedarios Con un pesar mayúsculo sobre sus dorsos al andar De males mordientes que carcomen sus entrañas De karmas cósmicos e ideas fugadas             BRILLANTES que no se ejecutarán. Originales de hombresmujeres Adimensionales para los estándares De la obcecada, ciega y necia             HUMANIDAD Originales de almas que Con una E de estoico ego crean palabras inaccesibles Para arrinconar su Verdad. Una daga les atraviesa el espinazo Ni se siente al respirar aire oscuro de desechos: brisa pétrea de ciudad; Mas si blanca llega a ellos             CALMA el dolor perpetuará Sus roídos huesos ¡un estrepitoso craquelar! Y la I de inmovilidad Invadirá muy pronto el seso Ahí donde mora la inteligencia Alguna forma encontrará De camuflarles sus decesos De enfocarse en lo que vendrá                                         (si viniese) Pero el angustioso anhelo de analgesia               DESEO Que con una O de odio En l