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Mostrando las entradas de enero, 2018

Cito al de los hombros anchos

Quien, en los misterios del Amor, se eleva al punto en que estamos, después de haber recorrido convenientemente todos los grados de lo bello, llegado al término de la iniciación, percibirá de golpe una belleza maravillosa. ¡Oh Sócrates! la que era el fin de todos sus trabajos anteriores: belleza eterna increada e imperecedera, libre de crecimiento y de disminución, que no es hermosa en tal parte y fea en otra, bella en un concepto y fea en otro, para éstos o para aquellos; belleza que nada tiene de sensible como un rostro, como unas manos o algo corporal, que no es tal pensamiento o tal ciencia, que no reside en un ser diferente de sí misma, en un animal, por ejemplo, o en la tierra o en el cielo o en cualquier otra cosa, sino que existe eterna y absolutamente por sí misma y en sí misma, de la que participan todas las demás bellezas, sin que el nacimiento o la destrucción de éstas le cause la menor disminución o el menor crecimiento, ni la modifique en lo más mínimo.

Conversé con la muerte

En un día de oscuros tiempos Cielos grises, polvareda Conversé con la muerte La miré a los ojos Y ella, ni perturbada ni siniestra Me miró de vuelta ¿Eres tú el equilibrio? ¿Eres arte? ¿Belleza? Que no hay día en que no piense en ti Y ahora observo tus pupilas profundas ...A la nada llevan. Quiero fundirme en tu esencia Develar en tus misterios la irónica vida Porque no existe para mi peor dolor Que poseer de Horus la ceja Conocer esta paradoja Nauseabundo de tantas vueltas Y seguir intentando comprender Por qué se llena de dicha mi corazón Al contemplar, en sus infinitos matices La belleza. Quiero escuchar tus plegarias Conocer tus miedos, tus añoranzas Saber qué piensas de la flor del loto Del ciruelo, de la montaña De las gaviotas, de las almas Que fervorosamente devoras Con tu intangible esencia. Tu vacía mirada Vacía de todo, vacía de nada Tu silencio ensordecedor Como una vibración que se opaca Tu inexpresivo r