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Mostrando las entradas de abril, 2020

Rimas de confinamiento

Al escuchar la canción de mi infancia recordé hoy el pasado y no es que me invada la melancolía, no es que el presente se siente extraño. Pienso, igual que siempre hablo, bailo, canto mas algo cambió para siempre aunque siempre algo haya cambiado. Es que hoy el yugo de la inconsistencia de la Vida me resulta tan pesado ¿Será que la Muerte ronda de cerca a los confinados? Y la Muerte, que es el cambio y el cambio, que es eterno desde siempre anda paseando por el cambio, por el tiempo. Siempre y nunca son hermanos en la casa de Verdad Nueve habitan en su gloria ¡Es el presente sincero de la Eterna Majestad! Nueve no es el sentimiento cuando el peso de saber —es humano el razonamiento es divino el conocer— se disocia el corazón se quebranta el aliento y el cambio y su dureza implacable se hace ver.     (Penas de confinamiento       tan humano he de ser       ¿Es esa la mortaja         que me puse yo al nacer?   

¿Por qué leer?

En este #DíadelLibro quiero compartir un ensayo que escribí el año pasado sobre por qué leer. Espero que disfruten sus lecturas y sigamos promoviendo la cultura y las artes, que tanto bien nos hacen.     ¿Por qué leer? ¿Por qué leer? ¿Para qué gastar el tiempo en descifrar ideas de un pasado extinto en vez de aprovechar al máximo el presente? No es fácil convencer a quien jamás se ha formado el hábito de que la lectura no es un fatigoso ejercicio de concentración mental, sino una forma de enriquecer el alma. No es fácil, porque en el mundo de la inmediatez en que vivimos, de la anestesia sensorial y del utilitarismo, existen infinitos estímulos que ofrecen placer instantáneo. Los llamados gustos adquiridos, que involucran un esfuerzo inicial por deconstruir el paladar para apreciar las incontables notas del dulzor oculto, quedan relegados a segundo plano. Las sociedades occidentales se asemejan hoy a un adolescente y, como diría Calvino, «las lecturas de juventud pueden ser
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Texturas. La experiencia sensorial de estar vivo. Una tarea que hice para mi máster de escritura creativa.

COVID-19

Ayer vi un video donde hacían una compilación de respuestas que daba Trump a preguntas como «¿Qué le diría a los americanos que tienen miedo?». Él, a casi todas, respondía: Eres un mal periodista. Ya superamos el millón de contagios. Tengo muy claro que quedan varios millones de personas más por enfermar, y quién sabe cuántos miles más (o millones, quizás) por morir. Si las estadísticas no fallan —aunque, siendo sinceros, siempre fallan— todos lamentaremos alguna pérdida en la pandemia. Podría ser mi abuela, mi papá, mi mamá, mis hermanos, Pedro, o yo mismo. O podría ser un paciente, o el abuelo de la polola de un amigo, o el conserje, la tía del furgón que me llevó cuando niño, no sé... nunca lo he sabido. La verdad, no me preocupa tanto eso, acepto las reglas del juego, la fragilidad de la(s) vida(s). Lo que me preocupa más son los que sobrevivirán, sobre todo los que seguirán viviendo sin haber ablandado su corazón, personas como Trump, personas a quienes le debemos esta crisis sa