No soporto a SVS.
Es un ser petulante, grosero, mal educado, mal intencionado, violentísimo, agresivo, iracundo, aprovechador, egoísta, narcisista, amargado y triste. No soporto tener que compartir con él de lunes a jueves, aunque sean sólo un par de horas. No soporto estar cerca de él, porque su sola presencia despedaza mi buen humor y absorbe mi energía y me contamina con su miasma pegajoso y pestilente del que no logro desprenderme hasta pasado un buen rato después de estar cerca suyo. ¡Es una pesadilla! Disfruto tanto los días que toma vacaciones o que sencillamente está callado en su escritorio y no tengo que compartir con él nada más que un saludo, cordial y distante (no tan distante como quisiera) porque aunque sea escucharlo de lejos, aunque sea verlo de lejos, me deprime y me genera una desagradable sensación de asco y rabia, una rabia que no es mía: que se irradia de las penosas frustraciones de su ego autoflagelado.
Y lo que más me molesta de SVS no es que le grite a los pacientes, ni que piense que todo el mundo está enojado con él o que "le debe algo", ni que me hable incesantemente de lo maravillosa que es su hija, su gato, sus hábitos, o cualquier mierda de la que él forme parte, ni que hable con odio y difame a quien pueda difamar, ni ninguna de sus infinitas incongruencias de las que no tiene atisbo de conciencia. Lo que más me molesta es que lo conozco desde hace años, que le tengo cariño a ese ente desdichado que pareciera que se esmera en perderse en su egocentrismo sin importar el daño colateral que pueda causar su ira explosiva y gratuita. Me molesta saber tanto de él, de su familia y todo su entorno, y que mi lado racional lo justifique, porque mi lado emocional lo aborrece y quiere golpearlo en sus puntos débiles, humillarlo sin piedad hasta aniquilarlo. Y esos no son sentimientos agradables, me siento culpable de sólo sentirlos, aunque bueno... ya me siento mejor de sólo escribirlo.

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