Soñé que respiraba como un pez

Soñé que respiraba como un pez, me hundía en el agua en cada exhalación y, cuando ya no quedaba aire en mis pulmones, buscaba con mis brazos la superficie hasta que llegaba a ella junto a otros peces. Y después, colmado de oxígeno, bajaba de nuevo a las profundidades burbujeando lentamente el aire ya respirado, una burbuja más liviano y un centímetro más abajo, sin tocar nunca el fondo. Los peces me llevaban ventaja: hacían todo el proceso con tanta naturalidad que, visto desde afuera, sólo se apreciaba un fluido movimiento ondulante que recordaba un tórax expandiéndose con elegante armonía.

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