Hace unos días leí una cita en la que Einstein decía que creía en el Dios de Spinoza. La verdad, si leo la palabra Dios escrita en alguna parte, inconscientemente asocio el juez omnipresente, castigador e iracundo de la visión judeocristiana porque ese es el Dios que "conocí" a lo largo de mi vida. Escribo conocí entre comillas porque jamás lo experimenté realmente. En esta cultura, en mi país occidentalizado hasta casi las raíces (casi porque aún vive algo del misticismo latinoamericano), pareciera ser que éste es el único Dios que existe y, para quienes tenemos una formación científica, nos resulta muy difícil comprender que exista (y más aún, adorar) una entidad tan profundamente paradojal: misericordiosa y omnipotente, pero indiferente ante el sufrimiento humano; que se revela a través de un libro sagrado cuya interpretación ha originado un sinnúmero de masacres a lo largo de la historia de la humanidad. No creo en ese Dios. Debo confesar que lo desprecio y desprecio todo lo que la iglesia ha sembrado en Chile y el mundo.
Pese a que siempre me he considerado una persona espiritual, este rechazo que siento por esa imagen de Dios me llevó a alejarme completamente de la iglesia y la religión. Declaro abiertamente que siento aversión hacia el cristianismo. Me cuesta perdonarme el hecho de haberle rezado todas las noches a ese Dios durante dieciocho años e incluso ha habido ocasiones en las que me ha costado sentir empatía con personas que manifiestan abiertamente su devoción hacia Él. Esto sólo se vio aumentado al estudiar en una institución pontificia en donde la estupidez tradicionalista del sector más conservador del país tira los hilos para mantener el status quo de la iglesia en la educación de la alta élite nacional. Si los educamos, los gobernamos. Debo decir que nunca en mi vida me sentí menos espiritual que en mis años universitarios en la prestigiosa Pontificia Universidad Católica de Chile. Nunca.
Al alejarme del artificioso Santiago me volví a conectar con la naturaleza que siempre extrañé en mis años fuera de Concepción. La naturaleza me hace comunicarme con la grandeza, con la grandeza de la tierra, con la grandeza del Universo. ¿Qué existe más amplio y basto que el Universo, cuyos límites presuntamente infinitos la ciencia, con religiosa devoción, se esmera en conocer? Podría argumentarse que aquello que contiene al Universo es Dios, pero es difícil concebir algo que está más allá del Universo, puesto que es paradójico en sí. Además, Universo significa "uno curvado hacia sí mismo", "uno y todo lo que lo rodea", en ese todo también cabe la existencia de lo infinito y de lo sutil, de lo espiritual, aquello que no puede ser cuantificado con instrumentos -todavía-. ¿Son Dios y el Universo una misma entidad, o Dios es una especie de "generador" (inicial o constante) del Universo?
Spinoza concibe a Dios como una entidad extensa, que posee extensión física, que abarca todo, lo que conocemos y lo que la ciencia aún no es capaz de mensurar, y llega a esta conclusión de una manera bastante lógica y elegante. Para él, el pensamiento es infinito porque sólo se puede limitar con otro pensamiento, vale decir: no se puede limitar (y algo sin límites es, por definición, infinito). Además, basado en el cartesianismo -pienso, luego existo-, infiere que el humano "existe infinitamente", lo que sería una propiedad divina. Por ende el homo sapiens, en su calidad de entidad pensante infinita, sería una parte de Dios pensándose a si misma: cada yo pensante es un modo finito que expresa a Dios de un modo limitado respecto de una parte concreta de sí mismo, pero que representan, en conjunto, la infinidad de Dios.
Para mi, Dios y Universo son una misma entidad, y concuerdo con Spinoza en que no creo que haya una división entre res extensa (plano físico) y res cogitans (plano espiritual) como proponía Descartes. No creo en las divisiones. Mientras más lo pienso más me convenzo de que cualquier división es arbitraria y ese arbitraje no se da por nada más que por el cerebro mismo. Cuando el primer astronauta pudo ver la Tierra desde la lejanía se dio cuenta de algo: las fronteras no existen. Es comprensible creer en las fronteras cuando percibimos el mundo mediante nuestros sentidos precarios que tienden a poner divisiones donde no las hay, pero estoy convencido de que si pudiéramos ver las infinitas formas de comunicación que existen entre todo lo que nos rodea nos encontraríamos con una red fractal, hermosa y dinámica, viva, inefable, sin límites, de la que todos formamos parte y los individuos no somos más que una ínfima repetición de ella y que, gracias a la obnulación que nos provocan los sentidos y el pensamiento, nos cuesta mucho ver. Como todo fractal, si se presta atención a una parte de él se pierde el todo. Los sabios dicen que la única forma de experimentar esta red es mediante una profunda contemplación de la esencia misma del ser: la meditación.




Comentarios

  1. Pienso que es válido tu convencimiento que Dios y Universo son una cosa, y me parece bueno el argumento de la división arbitraria.
    No concuerdo con el radical "desprecio todo". Las enseñanzas de Jesús hablan de amar al prójimo siendo el amor el enfoque central. Celebro su: "el que esté libre de pecado que lance la primera piedra", y otro gran número de hermosas enseñanzas que creo fueron un aporte en su tiempo y siguen siendo un aporte hoy. En Chile, podemos recordar el ejemplo del Padre Alberto Hurtado, quien fundó el Hogar de Cristo. Luego en Dictadura, tenemos al Cardenal Silva Henríquez, quien se jugó todo por proteger a gente que tenía como destino la tortura, muerte y desaparición, mientras otros chilenos no hicieron nada. Sigue mi comentario.

    ResponderBorrar
  2. En general, creo que la Iglesia efectivamente ha participado en actos horrendos a lo largo de la historia, pero también lo han hecho los hombres sin religión. Pareciera que esto es intrínseco del hombre y la religión es solo una arista en la historia de la humanidad.
    En conclusión, solo me parece que la frase "desprecio todo" es muy radical, considerando que la mayoría de las veces las cosas no son blanco o negro.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

El suicida

Turbulencia